Tras varias semanas de ausencia en El Gordo y la Flaca, Raúl de Molina rompió el silencio y aclaró el motivo detrás de su alejamiento temporal.

El querido presentador cubano enfrentó una seria complicación de salud tras someterse a una panniculectomía, una cirugía para remover exceso de piel abdominal, parte de su proceso de pérdida de peso que ya supera las 110 libras.

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Aunque la operación fue un éxito en términos estéticos, una decisión equivocada —tomar pastillas no recetadas por su cirujano— lo llevó al borde de una sepsis, una infección grave en la sangre.

Esto lo obligó a un proceso de recuperación largo y delicado, que aún lo mantiene en casa bajo atención médica.

“Me estoy volviendo loco aquí todos los días”, confesó con su característico humor.

Desde su hogar en Miami, Raúl compartió que el encierro lo ha hecho reconsiderar todo lo que alguna vez dijo sobre retirarse.

Si antes fantaseaba con la idea de estar más tiempo en casa, hoy reconoce que la realidad del reposo forzado no es tan placentera como imaginaba.

Ver el mar desde la ventana ya no le satisface, y extraña profundamente la dinámica del show.

A pesar de los rumores, Molina fue claro: no se retira.

Su objetivo es volver con más fuerza una vez obtenga el visto bueno de los médicos y de Univision.

“Puedo hacerlo todo mejor que antes”, aseguró con optimismo, dejando claro que la pasión por su trabajo sigue intacta, incluso después del susto.

Es decir, aunque su recuperación ha sido dura y ha generado dudas sobre su continuidad, Raúl de Molina deja claro que su salida no está en los planes.

La televisión lo espera… y sus fans también.

Porque, como él mismo lo dijo entre risas: “¡Hay Gordo para rato!”.

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