En las últimas semanas, Anna había notado que su esposo, Boris, se mostraba más reservado e irritable.

Ella intentaba no darle demasiada importancia — quería mantener la calma y el ambiente habitual en casa. No le gustaban las discusiones y, a menudo, cedía para evitar conflictos innecesarios.

Una mañana, salió a hacer la compra como de costumbre. Pero al llegar a la caja, de repente se dio cuenta de que había olvidado su cartera. Intentó llamar a su esposo — no respondió. Se disculpó con el cajero y se apresuró a volver a casa.

Al acercarse a la puerta, escuchó la voz de Boris — estaba hablando por teléfono. No tenía intención de espiar, pero las palabras que escuchó la dejaron perpleja.

— Todo está casi listo, solo falta transferir el dinero — dijo él. — Ella no sospecha nada. Siempre evita las discusiones…

Esas frases inquietaron a Anna. Sintió una alarma interna — había algo en las palabras de Boris que nunca antes había notado. Cuando él salió del apartamento, Anna decidió no entrar de inmediato. Necesitaba tiempo para pensar.

Más tarde llamó a su amiga Lía y le contó sus preocupaciones. De camino a casa revisó la aplicación bancaria y notó que la cuenta conjunta había disminuido.

Anna decidió actuar con calma y sensatez. Se tomó un día libre para intentar entender qué estaba ocurriendo. Al revisar los documentos y la computadora de su esposo, encontró una conversación con un abogado. En ella se discutían temas financieros y un posible divorcio.

Hizo copias de todo y buscó asesoramiento legal. También abrió una cuenta bancaria a su nombre y habló con sus padres, quienes la apoyaron.

Por la noche, todo parecía normal. Durante la cena, Anna colocó una carpeta ordenada frente a Boris.

— Lo entiendo todo — dijo con serenidad. — Escuché la conversación y vi los mensajes. Quiero hablar sobre cómo vamos a seguir adelante.

Boris se mostró sorprendido. Intentó explicar algo, pero Anna ya había tomado una decisión. No quería seguir viviendo en la incertidumbre y decidió comenzar un nuevo capítulo en su vida.

Tiempo después, el juez dictaminó que todos los asuntos económicos debían resolverse de forma justa. Anna recuperó su equilibrio interior y poco a poco volvió a su rutina diaria.

Unos meses después, asistió al cumpleaños de Lía — el primer evento social en mucho tiempo. Allí conoció a un hombre que resultó ser atento y amable.

Anna no esperaba volver a sentir ligereza e interés por la comunicación. Pero se dio una oportunidad — y eso marcó el comienzo de una relación nueva, tranquila y sincera.