Jack comprobó por qué su perro Ralph ladraba en la calle y encontró a un niño abandonado a su lado. Este niño resultó ser una niña especial que cambió la vida de Jack para siempre.

A pesar de su riqueza, Jack era conocido como una de las personas más amables y generosas de la ciudad. Podría haber estado absolutamente feliz si no hubiera sabido hace tres meses que su esposa lo estaba engañando con su mejor amigo.

Después del divorcio, su esposa se fue a otro estado con su ex mejor amigo. Sin embargo, Jack no permitió que esta situación endureciera su corazón y se mantuvo amable con los demás. Sin embargo, todos sabían que, a pesar de su amabilidad, era un hombre bastante solitario.

Para hacer frente a la soledad, Jack consiguió un perro y lo llamó Ralph. “Al menos no me traicionarás, ¿verdad, Ralph?”, dijo una vez, sonriendo tristemente.

Como Jack estaba ocupado con el trabajo, enseñó a Ralph a comportarse bien. Por la tarde, liberó al perro al Jardín, donde corrió, y cansado, regresó a la casa por su cuenta.

Un día, después de dejar salir a Ralph, Jack se dio cuenta de que no había regresado. Miró hacia afuera y oyó al perro ladrar desde lejos.

Jack saltó la valla y corrió al sonido. Al llegar a la carretera, vio a Ralph sentado junto a un bebé que yacía sobre la hierba.

“Pobre niño”, dijo con tristeza, sin creer que alguien hubiera dejado al bebé indefenso en la calle. Recorrió los alrededores en busca de las pertenencias del niño, pero no encontró nada. La pequeña lloró mientras estaba acostada en la canasta, mientras Ralph la empujaba suavemente con la nariz como si simpatizara con ella. Dentro de la canasta, Jack encontró una nota. Suspirando, lo leyó:

“No busques a sus padres. Este bebé es tuyo ahora. Cuídala.”

Antes de llevar al bebé a casa, Jack fue a la tienda más cercana y compró leche de fórmula y pañales. En casa, le dio de comer y le cambió el pañal, y luego llamó a la policía e informó de lo sucedido.

“Este pobre niño fue abandonado en la calle sin nada más que ropa. No había un solo adulto en el vecindario, así que la llevé a mi casa”, explicó Jack.

La policía prometió revisar las cámaras de seguridad para encontrar a sus padres. Sin embargo, hasta el momento, tuvieron que encontrar a la niña una familia adoptiva.

Al oír esto, Jack no lo pensó.

“¿Puedo ser su tutor?”, preguntó. “Dirijo mi negocio desde casa, así que no tendré problemas para criarlo”.

La policía le tomó los documentos y, tras una revisión, permitió que la niña se quedara con él. Jack la cuidó durante varios meses, y cuando se descubrió que sus padres no podían ser encontrados, ella estaba disponible para adopción.

Jack no perdió el tiempo: hizo todos los documentos necesarios y adoptó oficialmente al bebé, llamándola Emily en honor a su madre, que una vez lo crió solo.

Amó a Emily como su propia hija y le proporcionó todo lo que necesitaba y más.

Por su parte, Emily adoraba a Jack. Ella lo consideraba su héroe y siempre quería estar cerca de él. Cenaron juntos, caminaron por el parque, comieron helados en sus cafés favoritos y pasaron tiempo en el centro de juegos.

Cuando Emily tenía siete años y se fue a la escuela, muchos padres y maestros notaron lo mucho que se parecía a Jack. Incluso los amigos de Jack bromearon diciendo que se veían “como gemelos”.

Jack nunca consideró a Emily como una hija adoptiva, por lo que tomó estas palabras como un cumplido y simplemente sonrió.

Un día, Emily estaba jugando con Ralph en el patio, se cayó y se rascó la cabeza contra el asfalto. Mientras Jack estaba tratando la herida con antiséptico, notó algo increíble.

“¡Mira, cariño! ¡Tenemos la misma marca de nacimiento!”, se sorprendió.

Jack no lo había notado antes porque la mancha estaba escondida debajo del cabello de Emily.

“Siempre tuvimos que estar juntos, papá”, dijo Emily, secándose las lágrimas y sonriendo.

Preguntándose cómo era posible, Jack decidió hacer una prueba de ADN. Envió muestras de cabello de Emily y las suyas al laboratorio.

Tres semanas después, obtuvo los resultados: 99.9% de coincidencia. Emily era su propia hija.

Como Jack siempre fue fiel a su esposa, solo significaba una cosa: su ex esposa estaba embarazada de él.

La llamó inmediatamente.

“¿Qué quieres, Jack?”, respondió insatisfecha.

“¿Por qué no me dijiste que teníamos una hija?»

“No quería criar a tu hijo y no quería volver a verte. Por eso la dejé en la calle. Sabía que la encontrarías. Todavía, y no me vuelvas a llamar”, dijo y colgó.

Jack no podía creer lo que había oído y lloró. Aunque no tuvo ningún efecto en su amor por Emily, se alegró de haber cuidado a su propia hija desde el principio.

“¿Qué pasa, papá?”, preguntó Emily con preocupación.

“Está bien, cariño. Estoy muy feliz”, respondió. “¿Recuerdas cuando dije que me enviaste desde el cielo, incluso si yo no era tu verdadero padre?»

Emily asintió.

“Eres mi verdadero papá, papá. No lo olvides”, le corrigió suavemente.

“Sí, cariño, soy tu verdadero padre. Aquí, Mira, la prueba de ADN lo confirma”, dijo mientras le entregaba los resultados.

“Te lo dije, papá, siempre teníamos que estar juntos”, dijo Emily mientras lo abrazaba.

Unos años más tarde, Jack volvió a encontrar el amor. A menudo asistía a los eventos escolares de Emily y terminó enamorándose de una de sus maestras.

Dos años más tarde se casaron, y poco después Emily tuvo una hermana menor.

Emily aceptó con orgullo y alegría el papel de hermana mayor.

Desde entonces, Jack, Emily y su familia han vivido en armonía y felicidad. Valoraron el tiempo que pasaron juntos por encima de todo, y Jack incluso decidió retirarse temprano para dedicar más tiempo a los niños.