“La Maldición de la Tienda Fantasma”

En un pequeño pueblo al norte de México, donde las montañas se alzan como guardianes de secretos antiguos, existe una leyenda que ha pasado de generación en generación. Es la historia de una tienda que aparece y desaparece, arrastrando consigo a quienes tienen la mala suerte de entrar. Esta es la historia de cómo un grupo de amigos, en busca de respuestas, encontró algo mucho más oscuro de lo que imaginaban.

Todo comenzó hace más de cincuenta años, cuando un joven llamado Juancho desapareció misteriosamente. Según sus amigos, el grupo había estado caminando hacia sus casas después de una larga jornada de trabajo bajo el ardiente sol del verano. En medio del camino, encontraron una pequeña tienda que ninguno de ellos había visto antes. Era una construcción humilde, con paredes de madera y un techo de lámina oxidada. Juancho decidió entrar para comprar un refresco, mientras los demás lo esperaban afuera.

Pasaron los minutos y Juancho no salió. Sus amigos, preocupados, regresaron a buscarlo, pero lo que encontraron los dejó perplejos: la tienda había desaparecido. En su lugar, solo quedaban ruinas, como si nunca hubiera existido. Buscaron a Juancho por todos lados, pero no encontraron ni rastro de él. Durante días, su familia y los habitantes del pueblo lo buscaron en montes, barrancas y pueblos vecinos, pero fue como si la tierra se lo hubiera tragado.

Un año después, en el aniversario de su desaparición, los amigos decidieron regresar al lugar para encender una veladora en su memoria. Lo que ocurrió esa noche cambiaría sus vidas para siempre. Al llegar al sitio, encontraron la tienda nuevamente, exactamente como la recordaban. Dentro, de espaldas, estaba Juancho, como si nunca hubiera desaparecido. Carlos, uno de los amigos, corrió hacia él y lo tomó por los hombros, preguntándole dónde había estado todo ese tiempo. Juancho, con una expresión de desconcierto, respondió que había estado allí todo el tiempo, esperando el refresco que había pagado.

Carlos lo convenció de salir de la tienda, pero Juancho parecía confundido y aterrorizado. Los amigos intentaron explicarle lo que había pasado, pero Juancho, al escuchar la historia, se desplomó. Lo llevaron al pueblo, donde una curandera intentó ayudarlo. La mujer les explicó que Juancho había estado atrapado en un lugar fuera del tiempo y que al salir de golpe, su cuerpo y mente no pudieron soportar el impacto. Tres días después, Juancho murió, dejando a sus amigos y familiares con más preguntas que respuestas.

El regreso a la tienda

Los años pasaron y la historia de Juancho se convirtió en una leyenda local. Sin embargo, para Carlos, la curiosidad nunca desapareció. Decidió regresar al lugar en busca de respuestas. Esta vez, llevó consigo a un grupo de investigadores que habían oído hablar de la tienda fantasma y querían documentar el fenómeno.

Al llegar, encontraron el sitio vacío, como si la tienda nunca hubiera existido. Sin embargo, al caer la noche, la tienda apareció nuevamente, iluminada por una tenue luz que parecía provenir de su interior. Los investigadores, armados con cámaras y grabadoras, decidieron entrar. Carlos, lleno de temor y recuerdos, se quedó afuera, observando.

Dentro de la tienda, los investigadores encontraron estantes llenos de productos antiguos, como si el tiempo se hubiera detenido. Pero lo más extraño fue el silencio absoluto que reinaba en el lugar. De repente, uno de ellos escuchó un susurro que parecía llamarlo por su nombre. Al voltear, vio una sombra que se movía entre los estantes. Los demás también comenzaron a escuchar voces y sonidos extraños, como risas y pasos. Presas del pánico, intentaron salir, pero la puerta parecía haberse cerrado sola.

Carlos, al escuchar los gritos desde afuera, intentó abrir la puerta, pero era como si estuviera sellada. Fue entonces cuando vio una figura en la ventana: era Juancho, mirándolo con una expresión de tristeza. Carlos gritó su nombre, pero la figura desapareció. Finalmente, la tienda comenzó a desvanecerse, llevándose consigo a los investigadores. Carlos quedó solo en el sitio, con las ruinas frente a él, exactamente como las había encontrado hace años.

El desenlace

Carlos nunca volvió a hablar de lo sucedido esa noche. Sin embargo, dedicó su vida a investigar fenómenos paranormales, en busca de respuestas sobre lo que había ocurrido en la tienda fantasma. Aunque nunca encontró una explicación definitiva, llegó a la conclusión de que el lugar era una especie de portal, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos.

Hoy, la historia de la tienda fantasma sigue siendo una advertencia para los habitantes del pueblo. Se dice que aparece cada cierto tiempo, atrayendo a los curiosos con su luz tenue y su promesa de respuestas. Pero quienes entran rara vez regresan, y los que lo hacen nunca son los mismos.

¿Será esta tienda un portal a otra dimensión? ¿O simplemente una maldición que persigue a quienes se cruzan en su camino? La respuesta, como tantas otras en México, sigue siendo un misterio.