El día en que Mike Tyson casi se rinde: La noche que forjó a un campeón en Scranton

Por Redacción

En la historia del boxeo mundial, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Mike Tyson. Sin embargo, antes de convertirse en el “Hombre Más Malo del Planeta”, Tyson fue un adolescente temeroso, a punto de rendirse en una noche decisiva en Scranton, Pensilvania. Este episodio, relatado en el nuevo libro “Baddest Man: The Making of Mike Tyson” de Mark Kriegel, revela un momento desconocido en la formación del campeón.

El mentor y la advertencia

Era el 27 de mayo de 1981. Cus D’Amato, el legendario entrenador de boxeo, asistía por primera vez a una pelea de Tyson en el Catholic Youth Center. Antes del combate, D’Amato se acercó al joven rival de Tyson, Billy O’Rourke, un estudiante de secundaria de 17 años. En un gesto inusual, D’Amato le advirtió: “Eres un buen chico, tienes futuro. Pero hoy te vas a enfrentar a una sierra eléctrica. Michael va a ser campeón mundial. Es un monstruo”.

O’Rourke, sorprendido por la sinceridad del viejo entrenador, interpretó la advertencia no como una táctica psicológica, sino como una genuina preocupación. Sin embargo, en su interior, Billy pensaba: “Voy a destruir a este tipo”.

El combate: sangre, poder y orgullo

Tyson, con un récord amateur de 4-0, era conocido por su brutalidad en el ring. Pero esa noche, se enfrentó a un rival diferente. Billy O’Rourke, con experiencia en lucha y sparring con leyendas como Muhammad Ali y Tim Witherspoon, no era un novato.

El primer asalto fue brutal. Tyson lanzó un gancho de izquierda que O’Rourke logró bloquear, pero el golpe fue tan potente que atravesó su guardia y lo levantó del suelo. “Bloqueé el golpe, pero me levantó en el aire”, recuerda O’Rourke. Tyson continuó el ataque, abriendo una herida que requirió dieciséis puntos de sutura bajo el ojo derecho de Billy. A pesar de la sangre y el dolor, O’Rourke suplicó al árbitro que no detuviera la pelea.

La prueba de fuego para Tyson

Para Tyson, la pelea fue más que un simple combate. Fue una prueba de carácter. Teddy Atlas, uno de sus entrenadores, recuerda el momento en que Tyson, tras varios asaltos intensos y con la mano supuestamente rota, quiso rendirse. Atlas, conocido por su dureza, lo enfrentó: “¿Quieres ser campeón? Este es tu título mundial. Todo es fácil cuando noqueas, pero ahora, cuando alguien se levanta, ¿quieres abandonar?”.

Atlas obligó a Tyson a continuar, empujándolo emocionalmente y físicamente. “Fue un momento decisivo”, concluye Atlas. “Si Tyson se hubiera rendido esa noche, quizás nunca habría sido el campeón que conocemos”.

La perspectiva de O’Rourke

Cuarenta y dos años después, Billy O’Rourke, hoy retirado y ex oficial de correccionales, recuerda la pelea con claridad. “He peleado con Ali y Witherspoon, y nunca me dolieron tanto como Tyson. Mike tenía una rapidez y una fuerza impresionantes”, afirma.

O’Rourke también recuerda el momento en que Tyson, agotado y dudando de sí mismo, intentó dejar la pelea. Pero el combate continuó hasta el final, con ambos boxeadores sangrando y exhaustos. Al terminar, Tyson le susurró a Billy: “Creo que ganaste”. Aunque la decisión fue dividida y muchos locales creyeron que O’Rourke merecía la victoria, él mismo admite: “Yo estuve allí, Mark. No gané esa pelea”.

Un momento que cambió el destino

La noche en Scranton no solo forjó el carácter de Tyson, sino que también reveló la humanidad detrás de la leyenda. Fue el día en que Mike Tyson, el futuro campeón mundial, estuvo a punto de rendirse, pero eligió pelear. Y esa decisión, más que cualquier nocaut, fue la que lo convirtió en leyenda.