Kevin McBride: El Hombre que Obligo a Mike Tyson a Rendir en una Noche Inolvidable

el mundo del boxeo fue testigo de uno de los momentos más impactantes de la historia reciente: Kevin McBride, un irlandés considerado por muchos como un “journeyman”, logró lo impensable al obligar a Mike Tyson a abandonar una pelea. Lo que parecía ser el último intento de Tyson por revivir su legendaria carrera terminó en una amarga despedida, marcada por el coraje de McBride y la brutalidad del combate.

Tyson: El Último Capítulo de una Leyenda

Mike Tyson, con 38 años, llegaba a la pelea tras una derrota ante Danny Williams. El aura de invencibilidad de “Iron Mike” se había desvanecido, pero seguía siendo el nombre más grande del boxeo mundial. La expectativa era clara: Tyson debía ganar y así abrir la puerta a grandes peleas, como una posible cita con Vitali Klitschko. Sin embargo, el destino tenía otros planes.

La pelea fue pactada contra Kevin McBride, un boxeador irlandés de 32 años con un récord modesto, pero un corazón indomable. Para McBride, la oportunidad era un sueño hecho realidad. “Siempre soñé con pelear contra Tyson desde niño”, confesó, recordando que incluso habría aceptado la pelea sin recibir los 150,000 dólares de bolsa.

Preparación y Estrategia de un Underdog

McBride, que venía de superar problemas con el alcohol, se preparó a conciencia. Se rodeó de figuras clave como Paschal Collins y Goody Petronelli, este último fundamental en la carrera de Marvin Hagler. Entrenó en Brockton, la ciudad de Rocky Marciano, buscando inspiración en la historia y la disciplina.

El plan era claro: observar las derrotas de Tyson ante Lennox Lewis y Danny Williams, y replicar las tácticas que les dieron éxito. “Cuando Tyson se acercaba, debíamos apoyarnos en él, usar el peso y buscar los uppercuts”, explicó Collins. La clave era la resistencia y la estrategia, no la fuerza bruta.

El Combate: Intimidación, Violencia y Coraje

La noche de la pelea, el ambiente era abrumadoramente favorable a Tyson. “99% de los fans eran de Tyson, solo 1% irlandeses”, recordó Collins. McBride, sin embargo, mantuvo la calma, a pesar de la intimidación. “Me preguntaron qué pensaba antes del primer asalto y sinceramente me dije: ‘¿En qué lío me he metido?’”.

Durante seis asaltos, Tyson recurrió a todo tipo de artimañas: cabezazos, golpes bajos e incluso intentó romper el brazo de McBride. El irlandés resistió, recibiendo castigo y requiriendo 18 puntos de sutura tras el combate. “Tyson fue el peleador más intimidante y el que más fuerte me ha pegado”, admitió McBride, quien aún siente el impacto de aquellos golpes.

En el sexto asalto, el árbitro Joe Cortez dedujo dos puntos a Tyson por un cabezazo intencional que abrió una herida sobre el ojo derecho de McBride. Era la señal de que Tyson estaba perdiendo el control y la confianza.

El Momento de la Rendición

Al sonar la campana para el séptimo asalto, Tyson, agotado y frustrado, se negó a continuar. McBride, sangrando pero firme, fue declarado vencedor por abandono. El mundo quedó atónito: el hombre que aterrorizó a una generación de pesos pesados había sido vencido por un underdog irlandés.

Para McBride, la victoria fue mucho más que un triunfo deportivo. Fue la culminación de una vida de sacrificios y la prueba de que, con corazón y disciplina, los sueños imposibles pueden hacerse realidad. “Me sentí como el ‘Cinderella Man’ moderno”, dijo, aludiendo a la película que vio días antes de la pelea.

El Legado

La derrota ante McBride marcó el final de la carrera profesional de Tyson, pero también elevó a McBride a la categoría de leyenda improbable. Hoy, veinte años después, la noche en que Mike Tyson fue obligado a rendirse sigue siendo un recordatorio de que en el boxeo, como en la vida, nada está escrito.