Pareja desaparece camino al parque nacional: 5 años después, un secreto aterrador en la cajuela
Era una mañana ordinaria, la del 15 de mayo de 2015, cuando Alice Monto y Mark Montero salieron de su casa en Phoenix, Arizona, con la ilusión de visitar el Parque Nacional Bryce Canyon. Alice, de 32 años, diseñadora gráfica y emprendedora online, y Mark, de 35, conductor de camiones de larga distancia, llevaban tres años casados. Compartían la pasión por los viajes y la naturaleza, y juntos habían recorrido parques y reservas del oeste estadounidense.
El viaje había sido planeado con detalle: hotel reservado en Pangitch, Utah, desde tres semanas antes, dos maletas, cámara, muebles de camping para picnics y provisiones básicas. Salieron temprano, ansiosos por la aventura. La última vez que se les vio fue en una estación Chevron cerca de Holos, Arizona, a las 11:20 a.m. Las cámaras de seguridad los captaron: Mark llenando el tanque de su Honda Accord gris modelo 2009, Alice comprando agua y café. Regresaron juntos al coche y partieron hacia la Ruta 89. Poco después, sus teléfonos registraron una señal 25 kilómetros al norte, y luego se apagaron para siempre.
Al principio, sus familias pensaron que era un problema de señal en una zona montañosa. Pero al día siguiente, al no llegar al hotel ni responder llamadas, la alarma se encendió. Se reportó la desaparición a la policía de Phoenix y Utah, y pronto la búsqueda se extendió a nivel federal. Se distribuyeron fotos y descripciones a patrullas, moteles y gasolineras de la ruta. El coche pasó a la base de datos nacional como robado, pues había indicios de violencia.
Durante los primeros días, se revisaron todos los puntos de parada, áreas de descanso y bosques cercanos. No se halló rastro alguno: ni pertenencias, ni señales de lucha, ni el coche. Los datos de los móviles no permitieron ubicar el momento exacto de la desaparición; la señal era demasiado breve y la zona apenas transitada. Nadie vio el coche abandonado ni accidentes en la carretera.
Una semana después, el FBI se sumó al caso. Se creó una fuerza conjunta con la policía de Arizona y Utah. Se barajaron hipótesis: robo de coche, secuestro, asalto. Pero no hubo llamadas de rescate ni amenazas. Familiares y amigos difundieron el caso en redes y medios locales, pero la investigación no avanzó. Pasaron los meses y la búsqueda activa se detuvo; solo quedaba la vigilancia pasiva y verificación de reportes esporádicos. El coche seguía en la lista de vehículos robados y Alice y Mark, en la de desaparecidos.
En 2016, la investigación se redujo a tres agentes: dos detectives de Phoenix y un agente del FBI. Su labor era comparar cada reporte de coches abandonados y cuerpos sin identificar con el caso Montero. Mes tras mes, aparecían autos quemados o olvidados, pero ninguno coincidía con el Honda Accord. En marzo, se encontró un coche similar en Cookanino County, pero no era el suyo. En junio, un hombre aseguró haber visto el coche en una propiedad privada cerca de Paige, pero resultó ser otro vehículo. Así, cada pista se desvanecía.
Los padres de Alice y el hermano menor de Mark mantenían viva la esperanza, concediendo entrevistas, actualizando una web con fotos, detalles y llamados a testigos. Pero la información era escasa. Nadie los había visto después de la estación de servicio.
En 2017, se revisaron de nuevo las grabaciones de cámaras de tráfico en la Ruta 89. En una, a 40 km del último punto conocido, se veía un coche similar al de los Montero, pero no se distinguía la matrícula. Las pistas se agotaban. Se rastrearon ventas de piezas de autos en estados vecinos, pero no hubo coincidencias. Se interrogó a más de 20 exconvictos de la zona, sin resultados.
En agosto de 2020, un granjero de Cookanino County, al desmontar un viejo cobertizo en su terreno, halló un coche cubierto de polvo y óxido, oculto por maleza y sin placas. Era el Honda Accord de Mark Montero, desaparecido en 2015. La policía acordonó el área y llamó a forenses. El maletero estaba cerrado pero sin seguro; dentro, dos bultos envueltos en mantas, atados con cuerdas y abrazaderas de plástico. El olor era penetrante, pero los cuerpos estaban ya esqueletizados.
Al abrir los bultos, se encontraron los restos de una mujer y un hombre, ambos en posición fetal, con muñecas atadas por abrazaderas idénticas a las de las mantas. No había heridas de bala, pero Mark presentaba cortes en las costillas y hombros, y Alice fracturas defensivas en brazos y costillas. Se hallaron fragmentos de ropa: una chaqueta deportiva y pantalones vaqueros en Alice, un abrigo oscuro y pantalones de algodón en Mark. En uno de los bolsillos, una llave de candado.
El análisis de ADN confirmó la identidad: eran Alice y Mark Montero. El coche fue trasladado al centro forense y los cuerpos al depósito judicial. El maletero tenía manchas de sangre y sudor, además de huellas dactilares. En una bolsa plástica, una botella vacía y un vaso desechable con huellas parciales. Todo apuntaba a un alto grado de descomposición y a que los cuerpos llevaban años allí.
El ADN en el maletero coincidía con el de Jeffrey Allen Harper, un delincuente fallecido en 2018 por sobredosis, con antecedentes de robo y asalto. La policía reconstruyó sus movimientos: su teléfono estuvo activo en la zona de Winslow el día de la desaparición, cerca de la estación Chevron. Luego, su señal desapareció al mismo tiempo que la de Alice y Mark. Dos días después, Harper pagó gasolina en Flagstaff con tarjeta, y las cámaras lo captaron conduciendo un sedán gris, similar al Honda Accord.
No había vínculo previo entre Harper y los Montero. Pero testimonios de conocidos indicaban que Harper ocultaba un coche sin registro y evitaba explicaciones. El análisis forense reveló que las muertes ocurrieron entre mayo y junio de 2015. Las abrazaderas plásticas eran idénticas a las usadas por Harper en otros casos. La policía rastreó sus movimientos, alquiló un garaje metálico en Phoenix entre mayo y julio de 2015. En el suelo del garaje, se hallaron manchas de sangre de Mark y fragmentos de tela con ADN de Alice y Harper.
El 15 de mayo, cámaras de seguridad captaron el Honda Accord entrando al área industrial de Phoenix. Un testigo recordó que Harper descargó bultos grandes envueltos en tela del coche y los llevó al garaje. Todo indicaba que allí ocurrieron los asesinatos.
La investigación siguió la ruta del coche desde Phoenix hasta la granja donde fue hallado. Harper fue visto en la zona en junio y julio de 2015, buscando lugares para ocultar cosas. En un motel de Paige, Arizona, una empleada recordó que Harper llegó en un sedán gris con la parte trasera cubierta por una lona oscura. Pagó en efectivo y revisó el maletero con una linterna. Al día siguiente, hallaron trozos de manta azul y abrazaderas plásticas en la basura, iguales a las usadas en el crimen.
Se rastrearon otros posibles casos vinculados a Harper: desapariciones con uso de abrazaderas plásticas, ataques en la región entre 2013 y 2018. En tres casos, las abrazaderas eran idénticas. En uno, un turista sobrevivió a un ataque semanas antes de la desaparición de los Montero. Sin embargo, no se pudo establecer vínculo legal directo.
Un testigo, Ronald Kelton, recordó años después haber visto a Harper junto a un sedán gris con una abolladura en la puerta trasera, igual a la del coche de Mark. El coche estaba atascado en la cuneta, y Kelton vio una bolsa de mujer en el asiento, pero no pasajeros. El testimonio coincidía con los hechos conocidos.
En marzo de 2021, una búsqueda en hangares abandonados cerca de la carretera reveló abrazaderas plásticas y manchas de sangre de Alice. Todo indicaba que tras interceptar a la pareja, Harper los llevó a ese lugar antes de trasladarlos al garaje en Phoenix.
La policía investigó la posible participación de Rick Madden, amigo de Harper con antecedentes de robo. Cámaras de seguridad captaron una furgoneta blanca similar a la de Madden cerca del garaje de Harper en Phoenix la noche del crimen. Un análisis de huellas dactilares en una abrazadera encontrada en el hangar coincidió parcialmente con Madden, pero no fue suficiente para acusarlo formalmente. Se registró su garaje, hallando objetos similares a los usados por Harper, pero sin pruebas directas.
La investigación concluyó que Harper fue el autor material y probable único responsable, aunque no se descartó la ayuda de Madden. El caso se cerró oficialmente, pero los materiales quedaron archivados para futuras revisiones.
En agosto de 2021, la policía de Phoenix realizó una rueda de prensa con familiares y medios. Presentaron la cronología del caso, fotos del coche y de los lugares clave, mapas y testimonios. Se revelaron detalles inéditos: la sangre de Alice en el hangar, la huella parcial de Madden, y la ruta de Harper tras los asesinatos. Se pidió a la ciudadanía cualquier información adicional, por insignificante que fuera.
El caso Montero se convirtió en referencia regional, ejemplo de cómo la combinación de métodos forenses, cooperación interestatal y testimonios puede reconstruir un crimen años después, incluso tras la muerte del culpable. Sin embargo, la desaparición del coche y los cuerpos durante cinco años en una propiedad privada provocó debate sobre la necesidad de mejorar los protocolos de búsqueda.
La cronología estaba completa. El móvil era el robo. El asesino murió antes de ser juzgado. Los objetos personales de Alice y Mark nunca aparecieron. Las preguntas sobre cómplices y otros posibles crímenes de Harper quedaron abiertas. La familia Montero publicó los hallazgos para advertir sobre otros casos similares y exigir justicia para todas las víctimas olvidadas.
Así, el viaje de Alice y Mark terminó en el misterio y el horror, y su historia permanece como una advertencia sobre los peligros ocultos en los caminos solitarios y la importancia de no olvidar jamás a los desaparecidos.
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