Pareja joven desaparecida en Yosemite: 19 años después, un secreto aterrador emerge del río
El verano de 1994 era cálido y prometedor en California. Los estudiantes universitarios planeaban escapadas, las familias buscaban aventuras en la naturaleza, y el Parque Nacional de Yosemite se preparaba para recibir a miles de visitantes. Entre ellos estaban Linda Howard, una joven de 22 años, estudiante de biología en la Universidad de California, Berkeley, y su novio Jonathan Mitchell, de 23 años, técnico en reparación de computadoras. Llevaban dos años juntos, compartiendo caminatas, sueños y planes para el futuro.
Linda trabajaba medio tiempo en un laboratorio escolar en Oakland, mientras Jonathan ahorraba dinero con la esperanza de abrir su propio taller algún día. El viaje a Yosemite era una simple escapada de fin de semana, tres días para acampar junto al arroyo, recorrer la ruta hasta Glacier Point y regresar temprano la siguiente semana. Tomaron el auto de Jonathan, un Ford Tempo gris con placas de California, y lo cargaron con una tienda de campaña, sacos de dormir, estufa de gas, comida, ropa, una caña de pescar y la pequeña cámara de Linda.
El 30 de junio de 1994, a la 1:17 p.m., una cámara en la entrada del parque registró el paso del Ford Tempo. Obtuvieron un mapa de rutas y confirmaron la ubicación del campamento, que en ese momento estaba poco concurrido. A las 4:24 p.m., Linda llamó a su madre desde un teléfono público en el área de Yosemite Village. La conversación fue breve: habían instalado la tienda y pensaban encender una fogata por la noche. Planeaban ir a Glacier Point al día siguiente. Linda mencionó que el clima estaba nublado, con una temperatura de 26°C y viento del noroeste. Esa fue la última comunicación confirmada.
La mañana siguiente, Linda y Jonathan no aparecieron en el punto de encuentro que habían acordado con dos amigos de Jonathan, quienes también visitaban el parque ese fin de semana. Cuando no hubo noticias de la pareja al caer la tarde, la preocupación comenzó a crecer.
El 2 de julio, la madre de Linda llamó a la administración del parque. No había registros de que la pareja hubiera salido del área, ni el auto había sido visto abandonando el parque. Al día siguiente, los padres de ambos jóvenes presentaron un reporte de personas desaparecidas.
El 4 de julio, los guardabosques iniciaron la búsqueda oficial. Revisaron todos los campamentos y estacionamientos, pero el Ford Tempo no apareció. Durante dos semanas, los equipos peinaron las orillas del río Merced, los cañones y los miradores. Utilizaron helicópteros y perros rastreadores, pero no encontraron ni rastro de la pareja ni de su vehículo. En agosto, el caso fue reclasificado como desaparición a largo plazo. No se hallaron objetos personales ni testigos que hubieran visto a Linda y Jonathan después del 30 de junio.
La investigación barajó varias teorías, desde accidentes en el agua hasta ataques, pero sin pruebas, todo quedó en especulaciones. Durante 19 años, las familias publicaron fotos, contactaron a la prensa y pidieron ayuda a posibles testigos. El archivo del FBI acumuló decenas de reportes de personas que supuestamente habían visto a Linda y Jonathan en otros estados, pero ninguna pista fue confirmada.
El misterio permaneció intacto hasta la primavera de 2013, cuando las crecidas del río Merced cambiaron el curso del agua y revelaron lo que había estado oculto durante casi dos décadas. A principios de abril, tras semanas de lluvias intensas, el nivel del río subió abruptamente. El agua arrastró parte del lecho antiguo y dejó al descubierto grandes rocas en una curva de la vieja carretera Lortal.
El 5 de abril, unos guías que lideraban un grupo turístico notaron una silueta rectangular bajo el agua, claramente no natural. Avisaron a la administración del parque y el 6 de abril enviaron buzos al sitio. El auto estaba a unos 4 metros de profundidad, atrapado entre dos rocas. El techo y la parte trasera estaban cubiertos de sedimento y arena, invisible para los observadores habituales. Solo el cambio en la corriente había removido parte de la capa.
La carrocería estaba oxidada, pero la forma del auto era reconocible. En el parachoques trasero se veía el número cuatro, las letras ABT y parte de otro dígito. Al verificar, coincidía con la matrícula del Ford Tempo de Jonathan Mitchell, desaparecido desde junio de 1994.
Levantar el auto tomó horas. Los buzos aseguraron cables y una grúa lo sacó a la orilla. El cuerpo estaba deformado por los golpes contra las rocas, pero las puertas seguían cerradas. Al abrir el maletero, los investigadores hallaron dos esqueletos, uno junto al otro, atados con un cinturón militar alrededor del pecho y los muslos. Los huesos estaban mezclados, pero los expertos notaron inmediatamente heridas de arma blanca en uno de los esqueletos. Posteriormente se confirmó que los restos eran de Linda Howard y Jonathan Mitchell.
El auto fue trasladado al hangar del Departamento del Sheriff del Condado de Mariposa. Los forenses registraron todos los hallazgos: un saco de dormir, una linterna sin baterías, un bidón vacío y un papel con una ruta marcada a bolígrafo. La guantera solo contenía un recibo de supermercado de Fresno fechado el 29 de junio de 1994.
El examen forense confirmó la identidad de ambos esqueletos. Los huesos de Linda mostraban múltiples heridas de arma blanca en costillas y pelvis. Jonathan tenía una fractura en el cráneo, resultado de un golpe con un objeto contundente. Los expertos concluyeron que la muerte fue violenta y que, tras el asesinato, los cuerpos fueron colocados en el maletero, y el auto fue arrojado deliberadamente al río.
La teoría del accidente quedó descartada. La policía enfrentaba un doble homicidio cometido 19 años atrás.
Tras recuperar el auto y confirmar la naturaleza violenta de las muertes, la investigación se centró en reconstruir las últimas horas de Linda y Jonathan. Los agentes del FBI y el Departamento del Sheriff revisaron los archivos de la búsqueda de 1994.
El primer paso fue verificar todas las acciones confirmadas de la pareja antes de desaparecer. El recibo encontrado en la guantera, fechado el 29 de junio a las 5:42 p.m., coincidía con la declaración de la cajera: una joven y un hombre compraron víveres, pan, agua, comida enlatada y cerillas, típico de turistas antes de ir a Yosemite.
El 30 de junio, la cámara del parque registró el Ford Tempo a la 1:17 p.m. A las 4:24 p.m., Linda llamó a su madre, confirmando que llegaron al campamento y planeaban salir al sendero la mañana siguiente.
Los investigadores revisaron posibles testigos. Dos turistas mencionaron haber visto un auto gris cerca del río y, por la noche, a una pareja conversando con un tercer hombre junto a la fogata. Lo describieron como alto y con chaqueta oscura, pero el dato era demasiado vago.
La reconstrucción meteorológica mostró que esa noche llovió brevemente y la temperatura descendió a 16°C, con viento del noroeste. Las condiciones podían dificultar la estancia en la tienda, pero no representaban un peligro grave.
La pregunta principal era cómo la pareja terminó en el maletero, atados y arrojados al río. En 1994 se consideró que pudieron ser atacados por turistas o cazadores furtivos, habituales en zonas remotas del parque. Dos hombres fueron arrestados por caza ilegal ese mes: Gerard Wells y Ray Dunham. Sin embargo, no se halló evidencia que los vinculara a la desaparición.
En 2013, los investigadores retomaron la hipótesis y cuestionaron a Dunham, quien negó conocer a la pareja. Su testimonio fue inconsistente, pero no había pruebas directas. Un nuevo examen de los restos permitió establecer que la muerte ocurrió la noche del 30 de junio o la madrugada del 1 de julio, coincidiendo con la llamada final de Linda.
La línea temporal reconstruida era clara: 29 de junio, compra en Fresno; 30 de junio, llegada al parque y llamada a la madre; esa noche o la siguiente madrugada, el asesino ató los cuerpos y los colocó en el maletero, luego arrojó el auto al río.
La investigación se centró en tres grupos de sospechosos: los cazadores furtivos, un hombre desconocido junto a la fogata y un conocido de la familia. En 1994, el círculo cercano de Linda y Jonathan fue revisado, incluyendo amigos y colegas. Un joven conocido de la familia de Linda, David Harris, ayudaba con tareas domésticas y era amigo de Jonathan. Su nombre apareció en los reportes, pero tenía una coartada confirmada para finales de junio.
Sin embargo, tras el hallazgo del auto, la policía decidió reexaminar todos los alibis. Surgió información de que uno de ellos podía ser falso. Se compararon muestras de escritura de Harris con notas encontradas en el auto y coincidieron parcialmente. Además, se analizaron rastros de ADN preservados en los asientos: uno pertenecía a Linda, otro a Jonathan y un tercero, desconocido.
En octubre de 2013, este perfil fue enviado a la base federal COTUS. El resultado coincidió con un hombre que había sido sospechoso en otro caso: David Harris. Era el conocido de la familia de Linda, amigo de Jonathan y alguien de quien Linda desconfiaba. En 1994, había alegado estar en Sacramento ayudando a su tío. Dos conocidos confirmaron su historia, pero años después, uno admitió que había mentido por petición de Harris.
El ADN de Harris coincidía con rastros en el cinturón militar y en el interior del maletero. Su escritura coincidía con las notas en el mapa hallado en el auto. Con estas pruebas y la confesión del testigo que mintió sobre el alibi, la policía tenía motivos suficientes para detenerlo.
En enero de 2014, la policía localizó a Harris en Sacramento, donde vivía con su nueva familia. Lo arrestaron a las 6:35 a.m. y lo trasladaron a la comisaría. Negó cualquier implicación, alegando que solo había estado en Yosemite por casualidad. Cuando le mostraron los resultados del ADN, intentó justificar los rastros diciendo que había ayudado a montar la tienda. Pero su ADN estaba en el cinturón y en el maletero.
En el segundo interrogatorio, admitió haber visto a Linda y Jonathan esa noche y dijo que habían discutido, y que Jonathan golpeó a Linda. Harris afirmó que intentó separarlos. Sin embargo, los expertos concluyeron que Jonathan murió por un golpe en la cabeza y Linda por múltiples puñaladas, lo que indicaba una agresión deliberada.
En el juicio de 2015, se revelaron los motivos de Harris: era amigo de la familia, tenía sentimientos románticos por Linda, pero ella solo lo veía como amigo. Los amigos de Linda notaron que Harris estaba celoso de la relación. La noche de la desaparición, Harris se acercó a su tienda, discutieron y la pelea terminó en tragedia. Harris golpeó a Jonathan con un objeto contundente y apuñaló a Linda. Ató los cuerpos con su cinturón militar, los puso en el maletero y arrojó el auto al río.
El jurado lo declaró culpable de doble asesinato y fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Tras el veredicto, las familias de Linda y Jonathan pudieron darles sepultura. Los funerales se celebraron en julio de 2015, Linda en Oakland junto a su abuela y Jonathan en Sacramento en el panteón familiar.
Los padres de Linda expresaron en la audiencia que, aunque la pérdida era irreparable, al menos tenían respuestas. La madre de Jonathan dijo que lo más difícil era no tener un cuerpo y no poder despedirse. El juicio y la sentencia les dieron algo de consuelo.
Para los investigadores, el caso se convirtió en ejemplo de cómo la tecnología moderna puede resolver crímenes antiguos. Sin el análisis de ADN, Harris podría haber quedado impune. El expediente fue archivado oficialmente tras el veredicto y la confesión completa de Harris, quien permanece en prisión de máxima seguridad. Intentó apelar, pero la corte rechazó su solicitud en 2017.
Así terminó la historia. Las familias pudieron encontrar cierre tras casi 20 años de incertidumbre, búsqueda y dolor, hasta que se supo la verdad de lo que ocurrió en Yosemite en junio de 1994.
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