Wanda revela lo que Maxi López, Mauro Icardi y L-Gante le dijeron al terminar
Wanda: Entre regalos, propuestas y resiliencia – Así viví mis relaciones con Maxi, Mauro y Elián
—Hijo, llevan sus apellidos, me hacen nombrar con Elián. Tengo buena onda, pero buena onda no más. Y el otro me empezó a seguir. Tengo miedo de que, por esta nota, me siga.
—Bloquéalo.
—Nada, no pasa nada.
Así comienza Wanda, con esa mezcla de humor y sinceridad que la caracteriza. Habla de su relación con Maxi, de cómo todo empezó de manera sencilla, casi casual, y cómo, de repente, los gestos y los regalos comenzaron a marcar la diferencia. “Con Maxi, ponele, me conoció y me dijo: ‘Yo me voy la semana que viene, tengo que arreglar mi contrato. Nos vemos por cámara’. Yo no tengo computadora, le dije. No, mentira, no tengo compu”, recuerda entre risas. Pero la sorpresa llegó rápido: “Me mandó a la semana, bueno, a los dos días, una Mac espectacular, rosa. Digo, bueno, entonces ahora sí te puedo hablar”.
La tecnología, los gestos inesperados, todo formaba parte de ese universo de relaciones intensas. “La voy a empezar a tirar a eso a ver si llega algo. Llámame. No tengo un iPhone, ¿sabes? Complicado. Tengo teléfono, complicado. Tecnología, no tengo. Lindo gesto, ¿no?”
—Sí, lindo gesto.
—Lindo gesto.
Los regalos copados, las sorpresas, se volvieron casi una constante en su vida. “Después de eso me regaló un McLaren una vez. Un McLaren, ¿cuánto tiempo iban juntos? No, un año. No sé. McLaren, o sea, pasaste de no tener compu a que te regalen un McLaren. Sí, maravilloso”.
La pregunta inevitable llega: ¿qué pasa en tu cabeza cuando empiezan a suceder estas cosas? Wanda no duda: “Yo lo primero que pregunto es a nombre de quién está, porque tampoco soy tonta. ¿Me lo vas a regalar y hago tres paseítos? Me peleo y te lo llevas. Perfecto. O sea, que sea posta, amigo. Yo quiero los papeles. Eso es lo más importante”.
Regalos, sí, pero también certeza. “Sí, hay, o sea, es para el show, digamos. O están los papeles ahí, el abrazo y el agradecimiento. Linda la foto, pero dame los papeles. Pero no, no me importa. Imagínate que yo el otro día iba con el McLaren en zapatillas en Shogun y me iba al supermercado y él me decía: ‘No es para ir al supermercado, tenés la camioneta’. No, yo lo quiero disfrutar. Y yo me iba al supermercado en Italia, cargaba todo y salía en toda la foto. Decían, sí, llevaba las cosas ahí, si no, ¿para qué lo usas?”
Las anécdotas se suceden y Wanda no pierde el ritmo. El siguiente también cambió la casa de golpe, puso las cunas, todo. “Eso te impactó, ¿no?”
—Tremendo.
Ahora, Wanda reflexiona sobre lo que significa borrar o no borrar esa imagen de él. “Él como que es un gran padre que, bueno, se está mandando las suyas ahora. Sí, sí. Me pasó, mira, el otro día pensaba, estoy haciendo mucha terapia y me pasó que el día que lo dejo a Maxi, estoy hablando un montón de Maxi, me pone un bozal legal en cualquier momento, pero tengo buena onda. Ese día él me dijo: ‘Busquemos a la nena’. El día que llamo al 911 pasa todo lo que pasa con el turco, con Mauro, vamos a decirlo, me decía: ‘Busquemos al varón’”.
Las relaciones con los hombres que han marcado su vida no han sido simples, ni lineales. “La última vez que hablé con Elián me dijo: ‘Quiero casarme con vos’. Pero te quieren embarazar, casar, todo. Entonces, a mí lo que me pasa es que después como que me quedo pensando, ¿viste? Y un poco digo, ‘¿Qué hubiera pasado si hubiera seguido?’ No, porque es como que es muy fuerte que vos decís, ‘Me voy’ y de repente te proponen como volver a empezar y me pasó en esas tres relaciones eso”.
¿Qué siente Wanda frente a todo esto? “Corramos la modestia aparte por todos los hombres que vos pasaste”.
—No, no dije como mucho. No dije como mucho. No lo digo. Algo lindo. Algo lindo. Quedan medio engualichados. Entiende lo que voy.
Wanda se sincera: “De verdad, como hay algo de que quedan trabados. O sea, ¿qué haces, Wanda? ¿Qué? Pero joda, pregunto, ¿te das cuenta de eso corriendo un poco de lado y pasa con la gente, con todo un país que está atrás tuyo? Hay algo muy magnético tuyo que imagino que el que está cerca se ve que es más magnético todavía”.
No sabe bien qué es. “La verdad que soy eso, soy como muy normal, pero creo que está lleno de mujeres así. Lo que sí me pasa es que cuando conozco a una persona es como que trato de que crezca. Sí. Entonces es como que soy muy leal, muy leal. O sea, si estás con alguien, vamos a fondo, vamos a fondo y me embarco y nos tenemos que ir a Rusia y hablo ruso y te hago la mudanza y me ocupo yo y andá y ocupate de lo tuyo y quiero que esa persona se potencie y sea mejor y que le vaya diez veces y me empiezo no a meter, pero sí a ocupar de que al menos mientras que estén conmigo sea el mejor momento de sus vidas y eso sí que me gusta”.
Y cree que también lo hacen con ella. “Sí, lo han hecho conmigo. Sí, estaba estudiando y me impresionó eso fuera de broma, como el nivel de resiliencia, una palabra que se usa mucho hoy con tu enfermedad, con tus viajes, con las subidas y las bajadas. Y esto último que si lo agarrás desde el punto de vista mediático, sí, bueno, nombrándola a ella, la China, una persona muy importante, tu expareja, todo, pero a vos como persona, vos como mujer”.
En medio de todo lo mediático, Wanda revela su lado más humano. Las relaciones con Maxi, Mauro y Elián han estado llenas de gestos, de regalos, de propuestas y también de momentos difíciles. Pero ella se define por su capacidad de reinventarse, de acompañar y de potenciar a quienes están cerca. No es solo la mujer famosa, la que aparece en las fotos, sino la que se embarca, aprende idiomas, cambia de país y se ocupa de que el tiempo compartido sea inolvidable.
No le teme a los cambios, ni a los desafíos. “Me embarco y nos tenemos que ir a Rusia y hablo ruso y te hago la mudanza y me ocupo yo y andá y ocupate de lo tuyo”. Es leal, es compañera, y espera lo mismo a cambio. Los regalos, los gestos, los autos de lujo, las casas cambiadas en un instante, son solo parte del show, pero lo que realmente importa para Wanda son los papeles, la certeza, la autenticidad.
La resiliencia, esa palabra que hoy se repite tanto, para ella es una realidad cotidiana. La enfermedad, los viajes, los altibajos, todo ha sido parte de su camino. Y aunque su vida esté bajo la lupa de los medios, ella sigue adelante, creciendo, aprendiendo, y haciendo que quienes la rodean sean mejores.
“Mientras estén conmigo, quiero que sea el mejor momento de sus vidas”, dice con convicción. Y esa es la esencia de Wanda: la mujer detrás de la fama, la madre, la compañera, la amiga que no teme a los cambios, que se reinventa una y otra vez y que, a pesar de todo, sigue creyendo en el amor y en la posibilidad de empezar de nuevo.
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