La misteriosa vendedora que desapareció en el mercado de Mérida — Tres años después, un comprador descubre un secreto impactante
El secreto bajo el mostrador: La historia de Carmen Morales, la vendedora desaparecida del mercado de Mérida
El martes 15 de enero de 2019, el mercado municipal Lucas de Gálvez en Mérida despertaba como cada mañana, con el bullicio de compradores, olores de frutas frescas y voces de vendedores ofreciendo sus productos. Entre ellos, Miguel Ángel Torres Reyes recorría los pasillos empujando su carrito de compras, buscando chiles habaneros para el restaurante familiar. El mercado, corazón de la ciudad, guardaba secretos entre sus puestos, historias que se tejían entre la rutina y el anonimato.
Miguel Ángel se detuvo frente al puesto número 47, atendido por una mujer mayor, Elena Pacheco Jiménez. Con una sonrisa amable, Elena le ofreció los mejores habaneros de Yucatán. Mientras llenaba la bolsa, Miguel Ángel notó algo extraño: una tabla del mostrador estaba suelta. Al presionarla, la madera se levantó, revelando un compartimento oculto. Dentro, un sobre manila amarillento, con el nombre “Carmen Morales, emergencia” escrito con letra femenina.
—¿Qué es eso? —preguntó Elena, acercándose curiosa.
Miguel Ángel sacó el sobre y lo abrió. Dentro, fotografías, recibos bancarios y una nota manuscrita: “Si algo me pasa, busquen en la oficina de Aurelio. Él sabe lo que pasó con las otras. CM. Agosto 2016.”
Elena murmuró el nombre: Carmen Morales. Era la joven que había atendido ese puesto antes que ella, desaparecida misteriosamente hacía tres años. Nadie supo nunca qué ocurrió con ella.
Así comenzó una investigación inesperada, donde un simple acto casual revelaría el entramado de corrupción y muerte oculto bajo la aparente normalidad del mercado más tradicional de Mérida.
Miguel Ángel examinó las fotografías. Mostraban a un hombre mayor en traje, entregando sobres a vendedores del mercado. Una de las fotos tenía fecha: 10 de agosto de 2016. Los recibos bancarios mostraban depósitos grandes en cuentas a nombre de Aurelio Vázquez Herrera, el administrador del mercado.
—¿Usted conoció a Carmen? —preguntó Miguel Ángel.
—Sí, era muy trabajadora. Vendía aquí desde hace años. Un día simplemente no llegó más. Su hermana Esperanza la buscó durante meses, pero la policía dijo que se había ido con algún novio.
Miguel Ángel guardó el sobre. Necesitaba hablar con Esperanza Morales Castillo, maestra de historia en la preparatoria Benito Juárez, según Elena. Vivía por la colonia García Ginerés.
Esa tarde, Miguel Ángel fue a la preparatoria y encontró a Esperanza corrigiendo exámenes. Era una mujer de 35 años, cabello negro recogido y lentes pequeños.
—Disculpe, ¿es usted Esperanza Morales? —preguntó Miguel Ángel.
—Sí. ¿En qué puedo ayudarlo?
Miguel Ángel le mostró el sobre. Esperanza lo tomó con manos temblorosas y examinó el contenido, cada vez más agitada.
—¿Dónde encontró esto?
—En un compartimento oculto del mostrador del puesto 47. La señora que vende ahí dijo que era de su hermana.
Esperanza estudió las fotografías. Reconoció a Aurelio Vázquez, el administrador. Carmen siempre decía que algo raro pasaba con él, pero Esperanza pensaba que eran chismes. El 23 de agosto de 2016, Carmen salió de casa hacia el mercado y nunca regresó. No se llevó nada, ni ropa ni dinero. La policía apenas investigó.
La nota era definitivamente de Carmen, fechada justo antes de su desaparición. Esperanza decidió ir a la policía ese mismo día, acompañada por Miguel Ángel. La evidencia probaba que Carmen sabía que estaba en peligro.
Esa noche, el detective Rodrigo Santa María López los recibió en la comandancia. Rodrigo, hombre de 40 años, bigote espeso y expresión cansada, examinó el sobre y las fotografías con atención.
—¿Están seguros de que esto salió del puesto de la desaparecida?
—Completamente seguro —respondió Miguel Ángel.
Rodrigo revisó los recibos: depósitos de 15,000, 20,000 y 25,000 pesos en agosto de 2016. Aurelio seguía siendo el administrador del mercado, con más de diez años en el cargo.
—Vamos a reabrir el caso de Carmen Morales. Pero necesito que mantengan esto en secreto. Si Vázquez se entera, puede destruir otras pruebas o intimidar testigos.
Durante dos horas, Rodrigo tomó declaraciones detalladas de Esperanza y Miguel Ángel. Esperanza describió los últimos días de Carmen, sus preocupaciones y rutinas. Miguel Ángel explicó cómo había encontrado el compartimento secreto.
Rodrigo preguntó si reconocían a alguien más en las fotografías. Esperanza identificó a Inocencio Ramírez, vendedor de verduras, y a Dolores Fernández, vendedora de flores. Rodrigo prometió investigar discretamente.
Al salir de la comandancia, Esperanza agradeció a Miguel Ángel. Después de tres años sin respuestas, finalmente tenía esperanza de saber qué le pasó a Carmen.
Rodrigo llegó temprano a su oficina al día siguiente y sacó el expediente original del caso, archivado desde octubre de 2016. El reporte era escueto. Carmen Morales Castillo, 28 años, vendedora del mercado Lucas de Gálvez, reportada como desaparecida el 24 de agosto de 2016 por su hermana. Última vez vista: 23 de agosto, 6:00 am, saliendo de casa.
El detective anterior había entrevistado a cinco testigos. Inocencio Ramírez declaró que Carmen llegó como siempre, abrió su puesto y, alrededor de las 10, Aurelio habló con ella. Después del mediodía, ya no la vio. Dolores Fernández comentó que Carmen se veía preocupada esas semanas y mencionó cosas raras en el mercado. Aurelio declaró que Carmen tenía problemas con la renta, pero no parecía alterada.
La investigación se cerró sin avances. No había señales de lucha ni faltaba mercancía. Rodrigo comparó las declaraciones con la nueva evidencia. Las fotografías mostraban a Aurelio entregando dinero a vendedores, incluidos Inocencio y Dolores. Los recibos bancarios sumaban 180,000 pesos en agosto de 2016.
Miguel Ángel llamó al detective con información adicional. Elena, la nueva arrendataria del puesto, había sido advertida por Aurelio de no mover el mostrador ni las tablas. Además, varios puestos cambiaron de dueño justo después de la desaparición de Carmen, con depósitos de garantía inusualmente altos.
Rodrigo revisó los contratos de arrendamiento de los puestos 45, 47, 52 y 61. Todos los nuevos contratos tenían depósitos de 30,000 a 45,000 pesos, cantidades inusuales para vendedores del mercado.
Consultó a Esperanza sobre los problemas económicos de Carmen. Esperanza aseguró que Carmen era muy ahorrativa, con al menos 50,000 pesos guardados. No tenía problemas para pagar la renta, contradiciendo la versión de Aurelio.
Rodrigo revisó el registro civil y médico de Carmen. No había evidencia de que planeara irse de Mérida. Las llamadas de su celular mostraban actividad normal hasta el 23 de agosto, la última llamada hecha a una caseta pública dentro del mercado.
Las piezas comenzaban a encajar. Carmen fotografió actividades sospechosas de Aurelio, escondió evidencia en su puesto y desapareció después de una última llamada desde el mercado.
Rodrigo investigó el historial de Aurelio Vázquez Herrera. Había sido administrador en cuatro mercados diferentes: Chetumal, Valladolid, Campeche y Mérida. En cada ciudad, se reportó la desaparición de un vendedor tras conflictos con Aurelio. Patricia Wikap Cocom en Chetumal, Esteban Caal Torres en Valladolid, Rosa Campos Vega en Campeche, y Carmen Morales Castillo en Mérida. Aurelio era transferido poco después de cada desaparición.
Rodrigo entrevistó a familiares de las víctimas. Luisa Campos Vega, hermana de Rosa, confirmó que Rosa había tenido problemas con Aurelio, quien exigía pagos extras y la amenazó antes de desaparecer. Rosa había decidido denunciarlo, pero desapareció dos semanas después.
La evidencia mostraba un patrón claro: Aurelio extorsionaba vendedores y quienes se resistían desaparecían. La evidencia encontrada por Miguel Ángel podía resolver no solo la desaparición de Carmen, sino también otros casos en Yucatán y Campeche.
Rodrigo investigó los depósitos bancarios de Aurelio. Como administrador, ganaba 12,000 pesos mensuales, pero recibía depósitos de hasta 40,000 pesos adicionales cada mes. La extorsión era sistemática.
Entrevistó a Inocencio Ramírez, quien confesó que todos los vendedores pagaban cuotas extras a Aurelio. Carmen se negó a pagar y fue amenazada. Inocencio vio a Carmen discutir con Aurelio el día de su desaparición. Dolores Fernández confirmó que Carmen había recolectado evidencia y grabaciones de audio, y que Aurelio la amenazó con desaparecerla como a otras vendedoras problemáticas.
Rodrigo necesitaba encontrar el resto de la evidencia que Carmen había escondido y construir un caso sólido antes de que Aurelio pudiera huir o destruir pruebas.
El 22 de enero de 2019, Rodrigo y Elena revisaron minuciosamente el puesto 47 durante la noche. Encontraron una memoria USB debajo de la báscula y un sobre con documentos en una tubería falsa. La memoria contenía grabaciones de audio y video, documentos de fraude y una lista de vendedores extorsionados.
De repente, escucharon pasos en el mercado. Era Aurelio, quien preguntó si Elena estaba allí. Elena respondió que había olvidado cerrar bien y que vino a revisar. Aurelio iluminó el puesto con una lámpara, preguntó si alguien había hecho preguntas sobre Carmen y se alejó hacia la oficina administrativa.
Rodrigo llevó la memoria USB al departamento de informática forense. Los archivos eran reveladores: grabaciones de Aurelio exigiendo pagos, videos recibiendo dinero, documentos falsificados y, lo más importante, una grabación del 22 de agosto de 2016 donde Aurelio amenazaba de muerte a Carmen.
La evidencia era contundente, pero Rodrigo necesitaba pruebas físicas del destino de Carmen. Esperanza mencionó que Carmen amaba los cenotes, especialmente el cenote Xlaca, cerca de Dibil Chaltun.
El 24 de enero, Rodrigo organizó una búsqueda en el cenote Xlaca con buzos especializados y equipo forense. Encontraron documentos adicionales, identificaciones de otras víctimas y, finalmente, restos óseos humanos y objetos personales de Carmen y otras mujeres desaparecidas. El teléfono de Carmen contenía un mensaje: “Tengo toda la evidencia. Si no aparezco mañana, revisen el puesto y el cenote Xlaca.”
La evidencia era abrumadora. Rodrigo solicitó órdenes de arresto para Aurelio y sus cómplices. Elena alertó que Aurelio estaba sacando cajas de la oficina. Rodrigo llegó al mercado justo cuando Aurelio intentaba huir en una camioneta. Tras una persecución por las calles de Mérida, Aurelio fue arrestado, junto con sus empleados Raúl Herrera y Bonifacio Cantopech. En la camioneta encontraron documentos financieros, registros de extorsión y llaves de una bodega fuera de la ciudad.
Rodrigo interrogó a los detenidos. Raúl confesó haber ayudado a limpiar sangre en la oficina de Aurelio el día de la desaparición de Carmen. Bonifacio relató haber participado en el traslado de cuerpos en otros casos. Aurelio, confrontado con la evidencia y las confesiones, admitió haber matado a Carmen tras una discusión sobre la evidencia que ella había recolectado.
Aurelio reveló la estructura de la red criminal, los nombres de funcionarios municipales involucrados y el destino de las víctimas. La confesión permitió a Rodrigo desmantelar toda la organización.
El 28 de enero de 2019, operativos simultáneos arrestaron a todos los implicados en la red de Aurelio Vázquez. El director de mercados municipales, Arturo Villalobos Marín, y el inspector de sanidad, Roberto Tunkawich, fueron detenidos junto con Inocencio Ramírez y los empleados Raúl y Bonifacio. La estructura completa de la organización quedó expuesta.
La evidencia recopilada por Carmen Morales destapó una de las redes de extorsión más extensas en la historia de Yucatán y Campeche. El juicio comenzó el 15 de marzo de 2019. La Fiscalía presentó grabaciones, documentos fraudulentos, testimonios y pruebas forenses de cinco homicidios. Esperanza Morales asistió a cada audiencia, buscando justicia para su hermana y las demás víctimas.
El 22 de abril de 2019, el tribunal dictó sentencia: Aurelio Vázquez Herrera, 75 años de prisión por homicidio múltiple, extorsión y asociación delictuosa. Arturo Villalobos, 25 años por extorsión y encubrimiento. Roberto Tunkawich, 15 años por falsificación y extorsión. Inocencio Ramírez, 8 años por extorsión. Raúl Herrera y Bonifacio Canto, 5 años por encubrimiento.
Las familias de las víctimas encontraron consuelo en la justicia obtenida. Carmen no murió en vano; su evidencia salvó vidas y expuso una red criminal. Miguel Ángel Torres Reyes fue reconocido públicamente por su contribución al caso.
El Ayuntamiento de Mérida implementó reformas en la administración de mercados, estableciendo supervisión externa, auditorías y canales anónimos para reportar irregularidades. Se instaló una placa conmemorativa en honor a Carmen Morales y las otras víctimas. Elena Pacheco destinó parte de sus ganancias a un fondo educativo para hijos de comerciantes.
Los mercados de Chetumal, Valladolid y Campeche fueron investigados y reformados. Rodrigo Santa María fue promovido por su trabajo. En diciembre de 2019, se estableció el protocolo Carmen Morales para la investigación de desapariciones de comerciantes.
Cinco años después, los restos de Carmen Morales fueron sepultados en Mérida. El puesto original se transformó en biblioteca comunitaria, cumpliendo el sueño de Carmen de defender la justicia a través de la educación.
La historia de Carmen Morales demostró que la verdad, aunque tardía, siempre emerge. Su valentía y sacrificio cambiaron la forma en que funcionan los mercados en todo Yucatán, protegiendo a futuras generaciones de comerciantes.
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